Gracias Señor


Por todo cuanto me diste en el año que termina.
Gracias por los días de sol y los nublados tristes.
Por las tardes tranquilas y las noches oscuras.

Gracias por la salud y por la enfermedad,
por las penas y las alegrías.
Gracias por todo lo que me prestaste y luego me pediste.

Gracias Señor, por la sonrisa amable y por la mano amiga,
por el amor y por todo lo hermoso y por todo lo dulce,
por las flores y las estrellas,
por la existencia de los niños y de las almas buenas.

Gracias por la soledad, por el trabajo, por las inquietudes,
por las dificultades y las lágrimas.

Por todo lo que me acercó a Ti.

Gracias por haberme conservado la vida,
y por haberme dado techo, abrigo y sustento.

¿QUE ME TRAERÁ EL AÑO QUE EMPIEZA?

Dame paciencia y humildad,
desprendimiento y generosidad.

Dame Señor, lo que tú sabes que
me conviene y yo no sé pedir.

Que tenga el corazón alerta, el oído atento,
las manos y la mente activas,
y que me halle siempre dispuesto a hacer tu Santa Voluntad.

Derrama Señor, tus gracias sobre todos los que amo
y concede tu paz al mundo entero. 
Así sea.





El año nuevo se nos presenta como un libro con las hojas en blanco.
Redactemos la página de cada día de tal manera que
al término del año lo que hayamos escrito sea
para nosotros causa de júbilo y no de remordimiento.
M.S. Fontaine

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No sólo al inicio del año se nos presenta
la oportunidad de volver a empezar.
También ocurre al despertar cada mañana:
se nos ofrece la posibilidad de comenzar de nuevo
y de corregir nuestros errores.
M.S. Fontaine



¿Qué se va?

"Se va otro año", dicen
y parece que se fuera la vida.
Pero la vida se queda...
¿Qué nos llevamos con nosotros
y qué queda atrás?
¿Qué es lo que se queda
y qué lo que se va?

Que queden atrás los fracasos,
los intentos fallidos,
el sabor amargo de la impotencia,
las broncas y los rencores.

Que queden atrás los desencuentros,
las frustraciones, la gran hipocresía
de la vida mal vivida, sin amor, sin alegría.
Renuncia a todo lo que te estorba,
a lo que te impide mirar hacia adelante.
Pero no renuncies nunca a tu libertad.

Que el año nuevo que se anuncia
en este adviento del Jesús de la Vida
nos encuentre libres y dispuestos,
sin lastre y con los zapatos puestos.

Libres de pesadas cadenas,
libres de viejos pecados,
libres de nuestros prejuicios,
libres de nuestras penas,
para buscar la otra libertad:
la de amar y construir,
la de luchar y resistir,
la de hacer la paz y convivir.

Libertad para creer
que no es hueca la esperanza,
y que si existe la fe
también existe ese mañana
que como un regalo se asoma,
para alimentar tus sueños
y afirmar que no tienes dueños
más que el Dios de la historia,
Jesús,
Aquel que renunció a su gloria
para mirarte a los ojos,
para levantarte del suelo
y hacerte libre en tu vuelo.

No te encadenes a tu aire,
olvida el pasado y avanza;
un día nuevo ya amanece,
recíbelo con confianza.
Dios te ha hecho libre,
y te lo recuerda en Navidad.

Quizá, como yo, te preguntes:
"¿Acaso soy libre de verdad?"
La libertad es un instrumento
que debes ejecutar,
con ganas, con sentimiento,
con fuerza, con calidad.
Cuando tocas sus cuerdas,
¿qué melodías logras sacar?
¿Suena el sonido luminoso de la vida
o el ruido gris de la mediocridad?

Uno año nuevo se viene:
¿qué se queda y qué se va?
Que se vaya lo que no sirve
y que se quede tu libertad.

Gerardo Oberman



Oración por el año que comienza

Comienza un nuevo año...
Lo ponemos en tus manos, Señor.

Tú, Padre amoroso, que velas por nosotros y estás por encima
de los límites del tiempo y del espacio,
sabes lo que necesitaremos en este año que inicia.
Me abandono a tu misericordia, a tu providencia.
Que sea lo que Tú dispongas, Señor.

Aumenta mi fe, que sea capaz
de descubrir tu presencia a mi lado.
No permitas que nada me separe de Ti.
Dame fortaleza y perseverancia en las pruebas, y
ayúdame cada día a recordar que nunca sucederá nada
que Tú y yo juntos, no podamos superar.

Líbrame de la indiferencia.
Hazme sensible a las necesidades de los demás,
y muéveme no sólo a orar, a interceder por ellos,
sino a realizar acciones concretas en beneficio suyo.
Enséñame a darme a los demás,
a comprender que sólo vale la pena lo que se hace por los demás.

Enséñame a salir de mí mismo para ir al encuentro
de mis hermanos, sin prejuicios, sin retórica.
Simplemente como Tú, con la mano extendida y el corazón abierto.
Pero líbrame de la vanidad, de
creerme bueno, de sentirme satisfecho.
No dejes que me paralice la inercia, el orgullo, la complacencia.
No dejes de inquietarme, de ponerme en movimiento,
de lanzarme contigo a construir tu reino de paz, amor y justicia.

Enséñame a mantenerme sencillo y alegre,
a ser verdaderamente testigo tuyo en mi mundo.
Ayúdame a desprenderme de todo lo que me estorba para seguirte,
líbrame de lo que me hace tropezar, de lo que me pesa:
de mis rencores, mis egoísmos, mis orgullos, mis apegos.

Enséñame a ser paciente, comprensivo, dulce,
a perdonar a los otros, a acogerlos en mi corazón.
Enséñame a amar como amas Tú.
Quiero descubrirte en cada día de este año que empieza,
y ayudar a que otros te descubran también.
Señor, que cuando me busquen a mí, te encuentren siempre a Ti.
Amén.

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